Era un proyecto de notable calado, cuyas intenciones (ocultas) tenían una doble lectura al margen de sus deseos filantrópicos. Uno de los mayores sueños de Mark Zuckerberg es conectar al mundo con su red social, Facebook. De momento, ha conseguido que un cuarto de la población mundial sean miembros de su comunidad. Pero sus ambiciosos objetivos fueron a más con la puesta en marcha de un proyecto, Aquila, por el cual se pretendía tejer una red de drones impulsados por energía solar para enviar conexiones WiFi a las regiones subdesarrolladas y zonas poco accesibles. Se calcula que dos tercios del mundo no tiene acceso a internet.
Una idea brillante, a priori, que se sumó a una batalla para controlar el cielo de internet.
Pero ha tenido que cancelarse. Otras iniciativas como Project Loon de Google, los satélites de SpaceX o las conexiones vía satélite de diferentes operadores internacionales han querido que todo el planeta, independientemente de su ubicación, tenga acceso a un medio, considerado como un bien necesario para el progreso de la Humanidad, internet. Todo ello se enmarca dentro de los compromisos adquiridos en internet.org, una iniciativa impulsada por Facebook que propone la creación de diversos mecanismos de conectividad, tanto terrestre como aérea.
Facebook se encontró con diversos problemas casi desde el primer momento. Su primer prototipo de drone solar alzó el vuelo hace casi dos años, pero desde entonces no se ha podido articular un proyecto solvente que garantice que son perfectamente capaces de transmitir la señal necesaria a los distintos puntos de esas regiones a las que las infraestructuras de Red no alcanzan. Los planes iniciales establecían que esos drones estarían sobrevolando las regiones durante tres meses y transmitirían información usando tecnología láser.
Los días de explorar la ingeniería aeroespacial han acabado para Facebook. En un comunicado, la compañía ha confirmado que sus intenciones de no diseñar ni construir ninguna nueva aeronave no tripulada para transmitir conectividad de internet con acceso limitado. Un proyecto en el que había estado trabajando desde el año 2014, pero que técnicamente no ha cuajado y han cambiado, definitivamente, el rumbo. Este anuncio coincide con la salida en mayo de Andrew Cox, jefe del proyecto Aquila.
Las razones para justificar esta decisión son algo ambiguas, puesto que por un lado reconoce que pese a que se pudo probar el dron Aquila, pero nunca pudo mantenerlo ni desplegarlo para lograr este objetivo. Asume la compañía, por otro lado, que hay una gran inversión por parte de empresas de la competencia en el sector aeroespacial para potenciar una tecnología similar. De momento, lo que sí ha trascendido es que el gigante de internet prestará su experiencia a empresas como Airbus, que también persigue desarrollar tecnologías inalámbricas a gran altitud. Uno de los mejores aspectos es el legado que deja este proyecto, aparentemente viable. La consecuencia es que, de nuevo, las zonas remotas se quedan al margen del futuro.
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